LAS LECTURAS QUE MÁS DISFRUTÉ EN EL 2018 (4): “Las mil noches y una noche”
Tuve en este 2018 la fortuna de volver a leer las 1.901 páginas de Las mil noches y una noche, en la traducción que del árabe hizo el Dr. J.C. Mardrus, edición que en dos tomos publicó el Círculo de Lectores en 1981.
Refiriéndose a esa colección de cuentos, Mardrus dice:
“Yo ofrezco desnudas, vírgenes, intactas y sencillas, para mis delicias y el placer de mis amigos, estas noches árabes vividas, soñadas y traducidas sobre su tierra natal y sobre el agua.
Ellas me fueron dulces durante los ocios en remotos mares, bajo un cielo ahora lejano.” (pg. 25, t1).
Refiriéndose a la traducción agrega:
“Yo os las entrego tales como son, en su frescor de carne y de roca.
Sólo existe un método honrado y lógico de traducción: la literalidad, una literalidad impersonal, apenas atenuada por un leve parpadeo y una ligera sonrisa del traductor. Ella crea, sugestiva, la más grande potencia literaria. Ella produce el placer de la evocación. Ella es la garantía de la verdad. Ella es firme e inmutable, en su desnudez de piedra. Ella cautiva el aroma primitivo y lo cristaliza. Ella separa y desata… ella fija.
La literalidad encadena el espíritu divagador y lo doma, al mismo tiempo que detiene la infernal facilidad de la pluma. Yo me felicito de que así sea; porque ¿dónde encontrar un traductor de genio simple, anónimo, libre de la necia manía de su renombre…?” (pg. 2, t15).
Los cuentos que relata están llenos de fantasías de otros mundos, donde el destino es el principal protagonista. Pero también están llenos de realidades humanas:
“Pregunté al viejo: «¿Por qué andas encorvado?» Me contestó: «¡Perdí mi juventud en la tierra húmeda! Y me he encorvado para buscarla ¡Y ahora la experiencia que pesa sobre mí es tan amarga, que me impide enderezar la espalda!»”
Esta edición tiene la ventaja de que carece de censuras, es lo más cercano al original. Ciertamente, no es apta para que todos la lean. Pero quienes lo hacemos, disfrutamos esos momentos que invitan a repetir, una y otra vez, el deleite.
Espero volverlo a hacer hasta que venga a visitarme “¡la Destructora de felicidades, la Separadora de amigos y sociedades, la que derriba casas y palacios y llena el vientre de las tumbas! ¡Pero gloria al Único Viviente que no conoce la muerte y tiene en Sus manos las llaves de lo Visible y de lo Invisible! ¡Amén!” (pg. 263, t.2).