Y ahora algo completamente diferente…
Aquí hay una porción de la “Minnesota Declaration” que en 1999 hizo el cineasta Werner Herzog sobre la verdad y los hechos en el cine documental:
- 1. A fuerza de declaración el denominado Cinema Verité está desprovisto de verité. Alcanza una verdad meramente superficial, la verdad de los contadores.
- 2. Un representante bien conocido de Cinema Verité declaró públicamente que la verdad puede ser fácilmente encontrada mediante tomar una cámara e intentar ser honesto. Se parece al vigilante nocturno de la Corte Suprema que se opone a la cantidad de leyes escritas y procedimientos legales. “Para mí”, dice, debe haber una sola ley: los malos deben ir a la cárcel.”
- Desafortunadamente, él tiene la razón en parte, para la mayoría de los muchos, la mayor parte del tiempo.
- 3. Cinema Verité confunde hechos y verdad, y por lo tanto solo ara piedras. Sin embargo, los hechos algunas veces tienen un poder extraño y estrafalario que hace que su verdad inherente parezca increíble.
- 4. Los hechos crean normas, y la verdad iluminación.
- 5. Hay estratos más profundos de verdad en el cine, y existe tal cosa como la verdad poética, extática. Es misteriosa y elusiva, y puede ser alcanzada solo mediante fabricación e imaginación y estilización.
- 6. Los cineastas de Cinema Verité se asemejan a los turistas que toman fotos en medio de antiguas ruinas de hechos…
Está más allá del alcance de este blog buscar el problema específico del cine documental (es suficiente decir que la declaración de Herzog es útil para comprometerse con sus propias películas, y en la identificación de las limitaciones de las de otras personas): en lugar de ello voy a alardear en el único aspecto de su declaración que él puede haber considerado incontrovertible, que la verdad de los contadores es solamente superficial. Mientras escribía este post reciente se me ocurrió que podemos haber identificado el ejemplo perfecto de la tesis de Herzog: un contador que rechaza la mayoría de los usos del valor razonable y de la estimación, que confía en el efectivo por encima de la mayoría, y además (para hacer que incluso se acondicione mejor) gasta muchos momentos de vigilia temblando con pensamientos de los malos que todavía no están tras las rejas. Tal contador, podemos presentar, terminaría sembrando solo la presentación de reportes financieros más crudamente poco reveladora, hechos en sus propios términos exiguos, pero ampliamente irrelevante en informar la mayoría de la toma de decisiones prospectiva.
Me di cuenta de que incluso los lectores dispuestos a dar ese paso conmigo pueden negarse al siguiente, de afirmar que cualquier aspecto de la presentación efectiva de reportes puede constituir una “verdad extática,” alcanzable “solo mediante fabricación e imaginación y estilización.” Debo modificar eso – el contador que mencioné (habiendo por etiquetado los estados financieros de las entidades de marihuana como “alucinaciones auditadas”) en realidad se apresurarían a firmar la pieza de “fabricación” de ellos, pero como evidencia de condenación, no de iluminación bendita.
Obviamente, una analogía solo se puede estirar tan lejos. Para este propósito, quizás debemos dejar de proponer que los estados financieros servirán mejor a los lectores que presuman su misterio inherente y su elusividad que a quien se acerque a ellos como registros fríos de hechos.
Las actitudes hacia el valor razonable pueden proporcionar los más claros medios para distinguir entre los dos tipos de contadores. Particularmente cuando se basan en inputs del “nivel 3” sujetos a un alto grado de juicio y posible variación, pueden además deber tanto a la imaginación (aunque sea sin restricciones) como a la ciencia. El segundo tipo de contadores considera esto como una virtud, dado que la única razón para estudiar el pasado es proporcionar una base para formar expectativas acerca del futuro, y esto es (o quizás debe ser) un proyecto inherentemente poético. Por ejemplo, considere las estadísticas frecuentemente citadas sobre el porcentaje de adquisiciones y fusiones corporativas que se quedan cortas ante las expectativas establecidas, o que destruyen totalmente el valor del accionista (60% de acuerdo con una fuente). Usted puede decir que esto refleja una sumisión de la administración ante la imaginación poética, permitiendo que el optimismo supere al racionalismo. Actualmente, ello es más como el opuesto – una rendición orientada-por-el-déficit-de-imaginación que permea los incentivos individuales). A más impresionista y compleja sea la forma de la presentación de reportes financieros, cuanto mayor el usuario comprometido pueda ser entrenado en escepticismo informado, sensibilizándolo ante extrapolaciones excesivas. Dicho de manera más sencilla, nosotros sabemos que administrar un negocio no es solamente materia de tristemente seguir los costos históricos, de manera que ¿cuál sería la base primaria para invertir en ellos?
No hay duda que el primer tipo de contador golpea en algunas de las corrientes que prevalecen en nuestro tiempo, que retrocede ante la complejidad, y es más feliz cuando se retira a un pasado apretado pero seguro (si bien más ilusorio que real). En tal ruta hay poca prosperidad de base-amplia, pero algunos pueden encontrar una satisfacción moral austera. Sería exagerado decir que el segundo tipo encontrará el éxtasis: Herzog dice que la verdad extática es “misteriosa y elusiva,” pero algunas veces no está del todo disponible, al menos no hasta que sea demasiado tarde. Algunas compañías, esto es, pueden nunca valorar el precio que usted les está pidiendo que le paguen, y toda la verdad del mundo, ya sea la de los contadores o la de cualquier otra persona, no se lo revelaría a usted…
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Esta traducción no ha sido revisada ni aprobada por el autor.